Ayer a la tarde arribamos a Calatañazor, do Almanzor perdiera su tambor; el Sol yacía a media alteza en el horizonte. Fizimos reserva en un mesón de labranza para la postrera noche del viage, e, por verdad, bien acertamos.
Es villa de aires muy medievales, con setenta moradores tan solamente, e edificios de face muchos siglos, pequeña mas fermosa e fastuosa. Recorrímola con ligereza. La casa en que nos aposentamos, del siglo duodécimo, es de gran beldad, señalándose sobre todo la cocina primitiva (del siglo décimo), con su ancha chimenea e los pucheros de hierro colgado.
Es lugar adonde conviene venir a reposar algunos días, envuelto en sosegada paz e silencio, visitando los parajes naturales e fallando pocas gentes en derredor.
Esta mañana visitamos Soria, una de las más pequeñas cibdades capitales de la piel de toro. E si bien non es tan suntuosa como otras, conviene non omitir la ermita de San Saturio, patrón de la cibdad, cavada en la peña; el claustro abierto de San Juan de Duero; e un paseo sosegado por el casco viejo, en el cual aprendimos algo (si bien poquito) de la relación de los más grandes escritores españoles con Soria: don Antonio Machado, Cervantes (aunque desto non estoy tan cierto), e otros. E deleitámonos con un surtido de montaditos, a un maravedí cada uno. Así fenecimos un viage sabroso e de gran memoria.
Foto treta del web Escapada Rural
https://www.escapadarural.com/blog/wp-content/uploads/2020/03/Calata%C3%B1azor.jpg.webp
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